John O'Connell: Una historia del Bronx
La historia de John O'Connell es diferente. Como otros jugadores norteamericanos que militan en el baloncesto europeo, él sí jugó en los «play-grounds» de su barrio natal, el notorio Bronx de Nueva York. Y luego en la «high school» y en la universidad o «college», en su caso la de Saint Anselm, en New Hampshire. Enrolado en una de las numerosas ligas de verano, y sin grandes ofertas, decidió tomar las riendas de su futuro... «No tenía agente, pero sí un sueño. Cuando les dije a mis padres que me quería ir a jugar al baloncesto europeo creyeron que me había vuelto loco, pero yo quería estar en una competición del máximo nivel. Así que llamé uno por uno a todos los entrenadores de Alemania, hasta que uno de la Segunda División me dijo que podía ir a probar. Me pagué mi billete y me presenté allí; probé, me dijeron que me quedara y yo mismo negocié mi contrato. Me sirvió de mucho y aprendí lo que significa ser profesional, sobre todo de Steve Williams, un veterano jugador norteamericano.»
A John O'Connell le ayudó no poco el hecho de tener la nacionalidad irlandesa, dada la ascendencia de su familia. De hecho, había jugado -junto a otros militantes de la ACB , como los Burke- en la selección de aquel país. Allí llamó la atención de los técnicos del Caja San Fernando, que valoraron su tremenda garra y sus cualidades defensivas. «Me llamaron para jugar con ellos la liga de verano de Fuenlabrada, y aquí estoy...»
John estaba más cerca que nunca de cumplir su sueño, pero en Sevilla comenzó a darse cuenta de que, a veces, cuando uno desea tanto algo, resulta muy, difícil hacerlo realidad. «Yo mismo -dice- me he puesto demasiada presión sobre mí mismo. Además, no llegué en buena forma al Caja, porque la muerte de mi hermano no me permitió trabajar el pasado verano como hubiera debido.»
En el equipo se elogiaba su capacidad de trabajo, se hablaba de su garra en la cancha, de sus espectaculares robos de balón y sus casi suicidas costalazos en busca de la ansiada posesión de la pelota. Pero las oportunidades llegaban con cuentagotas, y los nervios le impedían aprovecharlas. Hasta estos últimos partidos...
«La verdad es que ha sido por necesidad -confiesa con humildad- con Manel lesionado, Dani lesionado... pero yo siempre he tenido fe en cumplir mi sueño. Soy todavía muy joven (23 años) y creo que después de esta temporada al lado de un buen entre nador y compañeros de tanto talento estaré preparado para ser un buen jugador de esta Liga.»
Una Liga a la que no duda en calificar como la mejor de Europa. De ella le impresionan sobre todo los aficionados: «Son increíbles. Jugar en casa es fantástico. Cuando se meten en el partido, lo hacen de lleno. Hay que ver cómo vibran con un triple de Benito, o un mate de Stanley... Tienen algo que se perdió en la NBA. Allí no van los que de verdad aman el baloncesto, sino los que pueden pagar las entradas.»
UNA HISTORIA DEL BRONX
La imagen que los españoles pueden tener del Bronx a través de las películas y crónicas de sucesos es la de un barrio sin ley, donde el crimen y las bandas juveniles hacen imperar el terror. Un concepto muy distinto del que John O'Connell, que nació allí, tiene de su propia vecindad: «El Bronx es un sitio estupendo, con gente fantástica. Es Cierto que hay partes malas, pero todo lo negativo que ocurre allí se magnifica. Además, están invirtiendo mucho dinero y el barrio lo va a notar, seguro.»
Allí vivió John hasta que cumplió los 13 años, y la realidad que conoció en su infancia puede verse reflejada en más de una película que vemos en nuestros cines: «Mi padre y mi madre, eran policías. Vivíamos en Fordham, una comunidad irlandesa del Bronx, y aquello era como una gran familia. Cuando mis padres estaban fuera, los vecinos cuidaban de nosotros como si fuéramos hijos suyos...»
Y, sin embargo, la violencia distorsiona la imagen idílica no sólo del Bronx, sino de todo el país. Una violencia que, desgraciadamente, ha golpeado al propio John con la muerte de su hermano y de varios amigos. Graduado en Sociología, él mismo es consciente de las imperfecciones del sistema, y su objetivo es «ahorrar dinero como jugador de baloncesto para montar una "youth clinic", un centro donde jóvenes con problemas tengan una segunda oportunidad»
Manuel Conradi