2007-2008: Cajasol, un 'negro' comienzo







Equipaciones


Pretemporada



En el verano de 2007 la historia del CDB Sevilla da un vuelco absoluto. La fusión de las Cajas de Ahorros Caja San Fernando y El Monte dando lugar a una nueva entidad, Cajasol, hace que la denominación del equipo cambie tras 20 años. No sólo cambiaría el nombre, también el escudo y los colores del equipo, sorprendetemente a negro, siendo azul el color principal de la entidad bancaria.

Una vez solucionados los temas institucionales, se inicia el proceso de conformación del ambicioso proyecto de Cajasol para su equipo de baloncesto. De hecho, se contrata a Oriol Humet, ex-director general de Granada para configurar la plantilla de este año y comienza la búsqueda del entrenador que supla a un decepcionante Moncho López. Luis Casimiro es el primer tanteado por Humet pero tras él surge el nombre del argentino Rubén Magnano, entrenador del Whirpool Varese y ganador de la medalla de oro con Argentina en Sydney 2000, que finalmente es contratado para impulsar la nave cajista.

Comenzaba el reto de configurar una plantilla acorde a las espectativas creadas por la nueva situación. Empiezan a sonar los primeros nombres como Rafa Martínez (Manresa), Federico Kammerichs (Bruesa San Sebastián) o Andrés Miso (Fuenlabrada). Se inicia el proceso de colocar a jugadores en tanteo y el club anuncia unicamente a Femerling y Tskitishvili, el resto eran libres para negociar con cualquier equipo. Y de este modo comenzó a aligerarse la plantilla de cara a la temporada que se avecinaba: Cazorla abandonaba el club rumbo Menorca, Marco a León y Femerling, que rechazó la propuesta cajista, marchaba al ALBA Berlín. Videnov y Longin se mantenían a la espectativa aunque el club no se pronunciaba y se rumoreaba el interés en darles salida.

Miso llegaba como primer fichaje tras un temporadón en Fuenlabrada y la entidad empezada la desesperada búsqueda de hombres interiores ante la marcha del internacional alemán. Dalibor Bagaric, Iker Iturbe, Alfons Alzamora e Iñaki De Miguel eran los jugadores tanteados. Por este último, comenzaría un tremendo culebrón. Andy Betts, británico con experiencia ACB, sería contratado en una operación relámpago mientras el club peleaba con Alicante, Girona, Granada y León por hacerse con los servicios del jugador de Unicaja De Miguel.

Otra rápida operación permitió contratar a Tyrone Ellis, ex-Girona, y que llegaba desde Alemania con pasaporte georgiano. Misma situación con Aaron Miles, base contratado al Pau Orthez. Cilla llegó para completar el juego exterior y aumentar la batería de cupos del equipo. Mientras todos esos frentes se iban cerrando, el de De Miguel continuaba en plena ebullición, tanto que el Caja se alejaba buscando a Iker Iturbe y volvía a mostrar interés quedando junto a Etosa Alicante como únicos aspirantes.

Pero el Caja no perdía de vista el mercado y lanzaba un órdago por Michalis Kakiouzis, jugador del FC Barcelona y ex-campeón europeo con Grecia, todo un fichaje mediático para el Cajasol. Al mismo tiempo que el Barcelona renunciaba a igualar y se oficializaba la llegada del griego, Alicante abandonaba la puja y permitía a Unicaja y Cajasol llegar a un acuerdo por De Miguel. A falta de un último retoque extracomunitario la plantilla quedaba cerrada con la confirmación de Antonio Bustamante en el puesto de base.

Pat Carroll llegaba para completar la plantilla y Christian Maraker llegaba para ayudar en los entrenamientos para paliar las bajas por compromisos internacionales.

La pretemporada no fue excepcional pero el equipo tuvo que esperar a los internacionales y a un mermado Ignerski y no pudo contar con todos los efectivos hasta casi el final de la misma, teniendo que disputar minutos César Bravo, Michel Diouf, Renan Leitchweiss o el ya nombrado Maraker, todos jugadores del vinculado en LEB Plata. Acabó con un 4-6, venciendo a Ciudad de Huelva, Spartak Vladivostok, Valladolid y Granada para acabar segundo en la Copa Andalucía. Cayó ante Menorca, Estudiantes, Fuenlabrada, Unicaja, Barça y TAU.

Temporada



Lo cierto es que el nuevo Cajasol se encontró con una mala tesitura de inicio. No se sabe muy bien la causa pero lo cierto es que el equipo empezó la temporada de una manera lamentable. Tal vez la poca preparación o el desconocimiendo de Magnano ante una competición tan exigente como la ACB, la nula experiencia en la competición de los dos bases, un juego interior descompensado y con poca aportación y la lesión de Miso en la espalda que lo mantenía de baja los dos meses iniciales de liga.

Con todo esto, tras cuatro jornadas, el equipo se encontraba en la cola de la clasificación, buscando su identidad y alejado de los objetivos para los que había sido diseñado, que no eran otros que pelear en la zona noble de la tabla. Gran Canaria a domicilio, Fuenlabrada en casa, Manresa en tierras catalanas y Akasvayu Girona en casa con canasta de McDonald sobre la bocina fueron los cuatro tropiezos que empezaron a preocupar a una parroquia que llevaba mucho tiempo sin verse en una situación similar.

Empezaron a llegar las alegrías a cuenta gotas pero las sensaciones no eran mucho mejores y, lo peor, ¿sería suficiente ese ritmo de victorias para solventar la temporada con tranquilidad?, ya ni los PlayOffs se contemplaban como objetivo. A la victoria ante Leon, rival directo, se empezaron a acumular derrotas y victorias de forma alterna y sin alcanzar la deseada regularidad en juego y resultados. La travesía continua con derrota en Bilbao, triunfo ante Estudiantes, otro rival directo, derrota contundente en Menorca, victoria de mérito ante el FC Barcelona, dos derrotas en Valladolid (con canasta sobre la bocina de Gomis) y ante Joventut en casa y victoria ante Murcia en San Pablo. Esta ristra de resultados dejaba al equipo con 4 victorias y 8 derrotas, lejos de la zona privilegiada y metido de lleno en la vorágine de la lucha por la permanencia.

Se confiaba que el equipo alcanzara esa velocidad de crucero que se le intuía con el regreso de Miso y la calidad de los Kakiouzis, Ellis o el trabajo bajo aros de Betts o las labores en la dirección de Miles, de los mejores en asistencias y recuperaciones de la liga. Se veía, había equipo para más y para luchar por otros menesteres ya que el conjunto pendía por la zona baja pero los puestos de cabeza no estaban excesivamente lejos.

Pero también había defectos, muchos, y el Caja empezó a acusar la tremenda endeblez psicológica que acusaba cuando recibía parciales en contra. Magnano no revertía la situación y el equipo empezó a llenar el zurrón con derrotas en el tramo final de la primera vuelta. Ni la llegada de Bennett, cortando a Carroll y para suplir la poca aportación de Bustamante en el equipo, supuso un cambio en primera instancia. Cinco derrotas consecutivas para acabar la primera vuelta en uno de los dos puestos que daba acceso a la liga LEB. La directiva, que ya había mantenido su confianza en el técnico argentino hasta límites extraordinarios, no aguantó más y rescindió al campeón olímpico. Juan Carlos Ollero, presidente de la entidad, se la jugó y llamó a Manel Comas, defenestrado en su día por el Caja San Fernando tras episodios como el del "NAF", para enderezar el rumbo de un equipo que navegaba a la deriva en dirección al abismo de la LEB.

Y el cambio en el banquillo trajo otro aire al equipo. Comas lo adujo a un cambio de mentalidad y que su trabajo se centró más en lo psicológico que en lo deportivo. El equipo se recompuso y empezó la segunda vuelta sorprendiendo al Girona del sublime Marc Gasol en Fontajau y superando a Manresa en San Pablo, tras una prórroga, con 27 puntos de Miso. Dos derrotas ante Fuenlabrada y Gran Canaria devolvieron al equipo a la realidad pero la soga ya no apretaba tanto.

Fue entonces cuando comenzó la mejor etapa del Cajasol en la temporada. Comas le había dado los galones a sus jugadores fetiche, a los de la calidad ofensiva, e Ignerski, Kakiouzis y, sobre todo, Bennett, se echaron el equipo a la espalda, con un Ellis siempre trabajador como escudero de lujo. Cuatro victorias en cinco encuentros llevaba al conjunto sevillano a la undécima plaza, lejos de apreturas y mirando el horizonte del final de la temporada regular con una tranquilidad que se antojaba utópica jornadas atrás. La última de esta serie de victorias ante el Barça en el Palau con un Bennett e Ignerski rozando la perfección y desesperando a un equipo blaugrana que había caído en ambos partidos con los sevillanos.

Aún así, el equipo de Comas vió tan factible la salvación que quiso darle emoción al desenlace. ViveMenorca, otro de los equipos en problemas, asaltó San Pablo y en Madrid, ante otro apurado Estudiantes, se produjo la segunda derrota consecutiva que serían tres tras el paso de Oliver y Shammond Williams por Sevilla a los mandos de su Pamesa Valencia.

El Caja no sólo se había complicado, le había dado vida a rivales directos y encaraba el tramo final de la campaña con una victoria sobre el Estudiantes (dos si se tenía en cuenta el average particular), equipo que marcaba la zona caliente. Pero el punto de inflexión definitivo llegó en Murcia. Bennett, con un partido de esos de "sombrerazo", levantó a la afición murciana tras hacer una segunda parte espectacular y remontar un partido que los sevillanos se habían complicado. Kakiuzis daría la puntilla y cargaría de moral a una tropa que empezaría a sentenciar la salvación en las siguientes jornadas.

Y es que el Caja se convirtió en el equipo más en forma de la competición superando en San Pablo a un Granada que iba cuesta abajo pero que vendió cara su derrota y ganando en el Buesa, cancha esquiva en un largo lustro. Esas victorias le valieron para certificar la permanencia en ACB una temporada más. Ya con el trabajo hecho, los de Comas superaron a Unicaja en el partido de máxima rivalidad y dieron la cara ante el Real Madrid en la capital con el equipo pensando ya en las vacaciones.

Acababa así una temporada destinada a pelear por otros objetivos pero que supuso una pesadilla en los comienzos del curso. El maestro Comas que vaticinó a su llegada que diez victorias darían la salvación cumplió dicho objetivo y colocó en décima plaza al equipo con un magnífico 10-7 en la segunda vuelta. ¿Qué hubiera pasado con Comas y Bennett desde el inicio?, nunca se sabrá pero tendrían una oportunidad de demostrarlo en la siguiente campaña.


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