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Marco Crespi llegó a Sevilla con dos nombres como prioridades para fichar. Uno de ellos era el base Corey Brewer, el otro un escolta anotador de extraordinaria mano, elegante suspensión y físico atlético, Antonio Granger. Crespi los conocía bien de su etapa en Biella, en la LegaDue, y los convenció para llegar a Sevilla desoyendo posibles ofertas. De hecho, Morate, director deportivo, llegó a reconocer que Granger estaba prácticamente fichado por el Real Madrid.

Aunque para el público sevillano el de Detroit era un total desconocido, en pretemporada bien que se dio a conocer. Acabó como máximo anotador de entre todos los jugadores de los equipos ACB con 25,7 puntos por encuentro, y eso que estuvo una semana parado por problemas musculares.

Granger lideró junto a Brewer al Caja San Fernando en casi todos los aspectos estadísticos y se confirmaba como uno de los mejores anotadores de la competición. Tirador implacable y elegante y con una potencia pocas veces vista por San Pablo el norteamericano anotaba con facilidad más de 30 puntos en algunos partidos: 34 a Granada, 31 al Joventut, 30 a Lobos, 35 en Gran Canaria y 30 en Lugo. Además, ser uno de los jugadores que más mates realizaban de la competición lo convertían en un jugador espectacular.

A medida que la temporada pasaba y los resultados empezaban a no acompañar al equipo, los porcentajes de Granger empezaban a empeorar ligeramente, quizás acusando el excesivo protagonismo que le concedía Crespi. Finalmente, con el Caja San Fernando sin opciones de pelear por el PlayOff y salvado matemáticamente lo traspasa a la Virtus de Bolonia para jugar los PlayOffs italianos quedando cuatro jornadas, sacando tajada económica de la operación. Tras promediar 19.9 puntos (2º anotador de la competición tras Perasovic) y 4.4 rebotes lo sustituiría Carl Thomas, jugador del Huelva.

Tras su paso por Sevilla, marcharía a la mencionada Virtus de Bolonia, EFES Pilsen, CSKA,... e intentaría reengancharse a la ACB en Akasvayu en 2007, pero sus problemas físicos se lo impidieron.