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En el verano de 1995, tras la salida de Pesquera del banquillo a los despachos y la finalización del Eurobasket, empezó a sonar el rumor de que el técnico croata, bronce del torneo, podría llevar el mando de la nave cajista. Así fue, Aleksandar Petrovic llegaba a Sevilla tras ejercer en su país toda su carrera como entrenador. Como jugador ya había sido un clásico de la selección yugoslava, llegando a debutar con la croata, y había tenido una exitosa carrera profesional en la Cibona como en Italia.

Petrovic era un entrenador de carácter, con fama de duro pero que pronto demostró que su filosofía de no imporner los sistemas encajaba a la perfección en Sevilla. El decía: "Para mí, el baloncesto es un deporte muy bello, y el jugador debe ser la estrella, el que crea espectáculo, no el entrenador. Yo siempre digo que prefiero jugar dos o tres días por semana y entrenar una sola vez. El jugador tiene que probarse sobre la cancha, y es ahí donde tiene un examen cada dos días para demostrar su valía". De este modo, en su primera temporada, Anderson volaba sobre la pista, Kidd y Scott eran los dueños de los tableros y Doblado y Rául Pérez tiraban sin cesar bajo amenaza de banquillazo por parte del técnico croata.

Con esos mimbres Petrovic guió al Caja San Fernando a su primera fase final de la Historia, en Murcia donde caía un 23 de Febrero del 1996 ante un poderoso Real Madrid. Lejos de conformarse, el Caja llegó 7º a la postemporada, teniendo que medirse al Real Madrid. Los de Petrovic no sólo se deshicieron del equipo madrileño sino que hicieron lo propio con el TDK Manresa y jugaron su primera final nacional de la historia. Ante el Barça poco se pudo hacer pero el Caja se abrió hueco entre los grandes de la mano de un entrenador atrevido y extravagante en los banquillos, un entrenador capaz de llevar a los árbitros a su terreno, de provocar técnicas para lograr un apoyo incodicional del pabellón y de exigir una y otra vez más presencia del aficionado sevillano en las gradas de San Pablo.

Su excelsa temporada le valió para renovar e intentar montar un equipo a su medida para hacer frente a una exigente temporada con el caramelo de la Euroliga (en esos momentos Liga Europea) de fondo. La planificación no funcionó como él mismo reconocía a finalizar la temporada: lo que ocurrió el último mes es triste, pero no puede empañar todo lo anterior. Está claro que se cometieron errores en la confección de la plantilla, y que luego, cuando pudimos haber reaccionado con un hombre interior más, no lo hicimos por que el equipo estaba funcionando bien. No se llegó a un acuerdo con Richard Scott, Donaldson no aportó lo que esperábamos de él, Frank necesita a un jugador que juegue con intensidad a su lado para explotar su calidad... fueron muchas circunstancias, pero aún así cumplimos en la Euroliga y sólo dos errores frente al Fórum y Valvi nos impidió estar luchando por el título en la Liga ACB.

Tras finalizar la temporada sin clasificarse para Copa ni PlayOffs pero con un buen papel europeo, Petrovic declinó la buena oferta económica y deportiva que el Caja puso encima de la mesa. "Simplemente, una etapa de su vida se había acabado, «y ahora tengo que seguir subiendo peldaños. Yo ya lo sabía cuando vine, y ellos también. Apenas recién llegado, se lo comenté a José Alberto Pesquera: podré triunfar o fracasar, pero para mi esto sólo es una etapa de dos o tres años. Creo que durante ese tiempo el club se ha beneficiado, porque en estos dos últimos años se ha convertido en un club conocido y respetado en Europa, y yo también, porque he ganado reputación como entrenador", declaraba en ABC.

Se marchó, tras varias ofertas italianas y griegas, a la Cibona para proseguir su andadura por los focos de la máxima competición continental. Gran defensor del jugador nacional, por su origen balcánico, y siempre crítico con el excesivo protagonismo del americano en España, Petrovic llevó al Caja San Fernando a cotas impensables cuando llegó a Sevilla y lo dejó en un lugar por el que el aficionado cajista siempre le está agradecido, muestra de ello la tremenda ovación recibida por el croata en las Eurocup Finals de Treviso '11, cuando clasificó al Cedevita Zagreb coincidiendo con los sevillanos en dicha cita.